Las raíces abiertas como ondas serenas,
galopan,
se anegan,
en el mar de la hierba,
que a la sombra le ofrece su vientre de tierra.
Diluida en las ramas la luz de Dios tiembla.
El tronco desciende sus raíces abiertas,
socava,
penetra,
acaricia
aferra,
mientras la tierra calida mansamente se entrega.
Y ese sol que los cela y se eclipsa en su selva
lanza olas de fuego a la tarde que llega.
Y al cubrirlos la noche
bajo un cielo de estrellas
aletean libélulas
hacen giros,
Piruetas
Y se fugan las horas
mientras el árbol sueña
y la tierra lo besa.
Anna Fioravanti 2005
1 comentario:
Buenísimo.
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